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La UBA conmemora sus 190 años

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11082011

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La UBA conmemora sus 190 años Uba_xlarge
La UBA conmemora sus 190 años

Un relato de su creación y primera etapa de funcionamiento

La universidad pública más grande de la República Argentina y una de
las más prestigiosas en América Latina conmemora sus 190 años de
existencia. En la actualidad la UBA tiene 13 facultades, 4 colegios
secundarios, 6 hospitales y 15 centros regionales. Expide más de 100
títulos de grado y 350 de posgrado. Estudian en ella unos 320.000
alumnos, 6.500 estudiantes extranjeros la han elegido para cursar sus
estudios superiores. Cuenta con un plantel de unos 28.000 docentes y
12.000 trabajadores auxiliares de la salud y servicios.

Se
propone en este informe compendiar la prolongada y ardua historia de la
creación de la Universidad y la afanosa tarea que en ella han
desarrollado algunos de sus principales actores, durante la primera
etapa de la institución de educación superior.


Autora Amalia Beatriz Dellamea
Centro de Divulgación Científica, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires.
La Universidad de Buenos Aires, la UBA, fue creada en 1821, luego de un
muy dilatado proceso de génesis. El Edicto de Erección está fechado el 9
de agosto de 1821. Lleva la firma de Don Martín Rodríguez, brigadier
general, gobernador y capitán general de la Provincia de Buenos Aires, y
está refrendado por el entonces secretario de Gobierno de la Provincia,
Don Bernardino Rivadavia (Ver Recuadro 1). El principal impulsor de la
creación de la UBA fue el presbítero Antonio Saénz, quien además fue el
primer rector de la institución, cargo que desempeñó hasta su muerte, el
22 de julio de 1825 (Ver en este Informe Especial, la Segunda Parte).

Tres días más tarde de emitido el Edicto, el 12 de agosto, la UBA
iniciaba su funcionamiento efectivo. La inauguración se realizó en la
Iglesia de San Ignacio, en la Manzana de las Luces, como se la conoce
actualmente, situada en un privilegiado lugar del centro histórico de la
ciudad de Buenos Aires.

La institución asumió una estructura departamental, con seis
departamentos. Al frente de cada uno de ellos había un Prefecto. Los
departamentos eran: Primeras Letras, Estudios Preparatorios, Ciencias
Exactas, Medicina, Ciencias Sagradas y Jurisprudencia

Como señaló el doctor en Historia Tulio Halperín Donghi, en su obra señera Historia de la Universidad de Buenos Aires,
publicada en 1962: “La Universidad nace sin estatuto, con varios
organismos de gobierno --Rector Cancelario, Tribunal Literario, Sala de
Doctores— cuyas funciones no se delimitan, marcada de una
provisionalidad que ha de mantener largamente en su trayectoria
histórica”. A lo que agrega: “Esta institución tan imprecisamente
dibujada es, sin embargo, una de las piezas maestras de la
reconstrucción del Estado que comienza precisamente en 1820”. Halperín
Donghi se formó en la UBA, donde además enseñó. Pero en 1967 se radicó
en los Estados Unidos, donde es actualmente profesor emérito de la
Universidad de California en Berkeley.

Desde la Revolución de Mayo de 1810 y durante toda la década que la
siguió las provincias del antiguo Virreynato del Río de la Plata
vivieron una agitada década, caracterizada por una marcada
inestabilidad, tanto política como económica y social. Sumado a las
guerras por la independencia, debían contarse los conflictos y
desinteligencias internas. Así fue que, desde 1810 hasta 1820 se
sucedieron diversas formas de gobierno, inicialmente colegiadas y
posteriormente unipersonales: la Primera Junta, la Junta Grande, el
Primer Triunvirato, el Segundo Triunvirato y el Directorio. Finalmente,
la provincias se autonomizaron. Para 1820, la Provincia de Buenos Aires
era, consecuentemente, un Estado autónomo y la ciudad de Buenos Aires se
convirtió en su capital.

Entre todos esos vaivenes, e incluso a pesar de ellos, pueden entreverse
las pertinaces gestiones que el presbítero Antonio Saénz, con una
decidida vocación de dotar a Buenos Aires de enseñanza superior de
calidad y actualizada a los tiempos que corrían, efectuaba ante cada
nuevo gobierno que, presumía, podía serle propicio a su firme intención
de crear una Universidad porteña.



Edicto de Erección de la UBA
Se trasunta a continuación el
preámbulo del Edicto, donde además de la fijación del estatuto del
emisor del texto y de sus competencias legítimas, se procede a una
exhastiva --y hasta vehemente, tal como lo muestra la profusa inclusión
de adverbios y adjetivos subjetivos axiológicos— exposición de la
prolongada, a la vez que dificultosa, historia de la creación de la
Universidad de Buenos Aires. Y donde se destaca de modo privilegiado la
preocupación que este “nuevo orden”, como se autodenomina el gobierno de
Martín Rodríguez, exhibía por las cuestiones relacionadas con la
educación pública.




Pero toda esta época de convulsiones y transformaciones provocadas por
los esfuerzos bélicos que debieron desarrollarse habían marcado
fuertemente, como no podía ser de otra manera, la vida de las
instituciones. “Este estado de cosas había reorientado las iniciativas y
los recursos científicos en un sentido de militarización”, plantea el
doctor en Medicina y doctor en Historia, Miguel de Asúa en su obra La Ciencia de Mayo,
publicada en 2010. Las instituciones técnicas y de formación
profesional funcionantes por entonces debieron orientar sus objetivos,
esfuerzos y recursos a formar oficiales, ingenieros militares y
cirujanos militares destinados a los ejércitos que libraban las guerras
de la independencia.

Por su parte, el doctor en Historia Pablo Buchbinder, autor de Historia de las Universidades Argentinas,
y profesor asociado de la Universidad Nacional de General Sarmiento,
provee de un contexto para justipreciar ese corte histórico, señalado
con frecuencia como una verdadera nueva etapa, luego del derrumbe del
gobierno central de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Relata Buchbinder, también investigador del CONICET, que “un grupo
dirigente, integrado por personalidades notables provenientes ya fuese
del foro, o del ámbito eclesiástico, asumió la conducción del nuevo
Estado (de la Provincia de Buenos Aires). Las nuevas autoridades,
lideradas por el gobernador Martín Rodríguez y su secretario de
Gobierno, Rivadavia, procuraron llevar a cabo una reorganización del
aparato del Estado para modernizarlo y adecuarlo a las circunstancias
políticas… La renovación del sistema de enseñanza pública se encontraba
también entre los objetivos del gobierno”.

Ese período que, como ya fue dicho, se inicia en 1820, podría llamarse
´la ciencia de Rivadavia´ y tendría otro tenor; entendida esta expresión
como una metáfora de un momento histórico que se encarna en uno de sus
protagonistas más significativos --anticipa de Asúa, investigador del
CONICET y profesor de Historia Social en la Universidad de General San
Martín. Para este experto, también puede hablarse de “una ´primavera
científica´ que floreció en la ciudad porteña y que se prolongó en la
breve presidencia de (Bernardino) Rivadavia y, en alguna medida, todavía
más allá”.

Es en este contexto, entonces, que nace la Universidad de Buenos Aires.
Pensada desde inicios como una “suprainstitución”, tanto así que sería
la responsable de todos los niveles educativos de la Provincia de Buenos
Aires, incluso de la enseñanza básica.

La UBA fue organizada sobre la base de instituciones preexistentes, como
el Instituto Médico Militar, los restos de la Academia de Matemática y
la Escuela de Dibujo de Fray Francisco de Paula Castañeda. “La
Universidad fue concebida al estilo de la université napoleónica.
Como el instrumento encargado de toda la enseñanza. Desde la elemental
hasta la superior (algo así como un Ministerio de Educación actual)”,
describe de Asúa, en otra de sus obras de Historia de la Ciencia en el
Río de la Plata, titulada Una gloria silenciosa, publicada en 2010 en conmemoración del Bicentenario de la Revolución.

Los tres expertos en Historia cuyas obras fueron consultadas mayormente
para la elaboración de esta nota coinciden en señalar los aspectos
positivos, no exentos de conflictos y pugnas ideológicas, de la tarea
rectoral de Antonio Sáenz en los primeros pasos de la construcción de
una universidad sólida, tarea que lamentablemente no pudo ver
definitivamente lograda dada su repentina muerte en 1825, cuando faltaba
menos de un mes para que se cumpliera el cuarto aniversario de la
inauguración de la Universidad de Buenos Aires.

Un párrafo aparte merecen los esfuerzos por impulsar el desarrollo de
las Ciencias Exactas y Naturales, que le iba a conferir a la Universidad
de Buenos Aires una impronta diferencial, apartándola de modelos de
enseñanza escolástica y fuertemente determinados por la influencia
confesional, característicos de las universidades de la época de la
colonia.

A Sáenz sucedió el doctor Valentín Gómez en el gobierno de la
Universidad. Nuevas crisis políticas volverían a cernirse sobre el
territorio nacional y particularmente en la provincia de Buenos Aires.
Con lo que si bien este Rector “inició una serie de reformas que
afectaron tanto al sistema de gobierno como la reglamentación de los
títulos y los requisitos para ingresar a los estudios superiores; otros
proyectos no llegaron a implementarse porque la extrema agitación
política que vivió Buenos Aires a partir de la caída de (del gobernador)
Manuel Dorrego, en 1828, los impidieron”, detallan María Caldelari,
Patricia Funes y colaboradores en el trabajo historiográfico que
realizaron para la conmemoración de los 170 años de la UBA.

A modo de colofón
Como se señala en la página oficial de la
UBA, desde su creación la institución ha transitado los derroteros de la
historia del país y de la ciudad como universidad provincial y --desde
1881-- nacional, así como los caminos más específicos que hacen a la
construcción de un centro académico, cultural y científico, espacio de
formación de profesionales, de circulación y producción de
conocimientos.

“La Universidad de Buenos Aires siempre ha sido una palanca fundamental
en el desenvolvimiento argentino; de sus claustros egresaron
generaciones de investigadores, profesionales, ciudadanos calificados y
responsables; más aún contribuyó a la estructuración de una masa crítica
de cultura”, escribía el recordado doctor Honoris causa de la
UBA, Gregorio Weinberg, veinte años atrás. Y, en la oportunidad que
brinda esta conmemoración, resulta pertinente reiterar lo expresado
entonces por este profesor, intelectual, investigador y escritor:
Rescatar momentos capitales de su historia permite recuperar,
críticamente, una tradición ubérrima, fecunda y aleccionadora.

Fuentes bibliográficas
Buchbinder, Pablo. Historia de las universidades argentinas. Sudamericana, Buenos Aires, 2005.

Caldelari, María y Funes, Patricia (Coordinadoras), Castagnola, Gustavo y Forte Eduardo. Fragmentos de una memoria. UBA 1821-1991. Ediciones de Arte Gaglianone/Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1992.

de Asúa, Miguel. La ciencia de Mayo. La cultura científica en el Río de la Plata, 1800-1820. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2010.

de Asúa, Miguel. Una gloria silenciosa. Dos siglos de ciencia en la Argentina. Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2010.

Halperín Donghi, Tulio. Historia de la Universidad de Buenos Aires. Eudeba, Buenos Aires, 1º ed. 1962, 2º ed., 2002.

Sitio web de la Universidad de Buenos Aires. http://www.uba.ar

EDICTO DE ERECCION DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS-AYRES

D. Martín Rodriguez brigadier general, gobernador y capitán general de la provincia de Buenos-Ayres

Desde el año de 1778 estaban expedidas las órdenes para el
establecimiento de la Universidad en esta ciudad, y la más remarcable
indiferencia del gobierno metropolitano las había sepultado en el
olvido. Excitado el supremo directorio ejecutivo por las instancias de
muchos ciudadanos, amantes de la ilustración y progresos de su país,
propuso al congreso general en 1819 la erección de este establecimiento
literario; y opinando que se hallaba bastantemente facultado para
proceder a fundarlo por sí solo, manifestó que deseaba la cooperación de
aquél cuerpo soberano para colmar de autoridad la ejecución de un
pensamiento tan benéfico. El congreso general adhirió sin demora a la
propuesta, acordando que se procediese luego a la erección, dándole las
formas provisionales el gobierno, y cuidando de remitirlas para su
aprobación a la primera legislatura. Las calamidades del año veinte lo
paralizaron todo, estando a punto ya de realizarse. Pero habiéndose
restablecido el sosiego y la tranquilidad de la provincia, es uno de los
primeros deberes del gobierno entrar de nuevo a ocuparse de la
educación pública, y promoverla por un sistema general, que siendo el
más oportuno para hacerla floreciente, lo había suspendido la anarquía, y
debe desarrollarlo el nuevo orden. Animado de otros sentimientos
resolví llevar a ejecución la fundación de la Universidad (…)


(Le siguen partes dispositivas destinadas a designar los órganos y la estructura que adquiriría la Universidad.)

Todo lo cual mando que así se guarde y cumpla puntualmente,
publicándose este Edicto en la sala general de la Universidad por el
escribano mayor de gobierno en Buenos-Ayres a 9 de agosto de 1821 –
Martín Rodríguez – Bernardino Rivadavia


Fuente
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA).
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